
Para crear un agujero negro, Crane y Westmoreland imaginaron una emisión masiva de rayos láseres gamma en el espacio, alimentado por miles de kilómetros cuadrados de paneles solares. Después de cargarse durante unos pocos años, este láser liberaría la energía acumulada equivalente a un millón de toneladas de masa en una cáscara esférica de convergencia de los fotones. Como la cáscara se derrumba sobre sí misma, la energía se vuelve tan densa que su propia gravedad se enfoca hacia abajo a un solo punto y formando un agujero negro.
El agujero negro de inmediato comenzará a vomitar toda la energía que comprimió para formarse. Para aprovechar esa energía y propulsar una nave espacial, el agujero negro podría ser colocado en el centro de un espejo parabólico de electrones de gas que refleje toda la energía irradiada por la parte trasera de la nave, impulsandola hacia adelante.
Dicho agujero negro fácilmente podría acelerar la nave cerca de la velocidad de la luz, la apertura del cosmos a los viajeros humanos, pero eso es sólo el principio. El micro-agujero negro también podría ser utilizado como un generador de energía capaz de transformar cualquier objeto directamente en energía. Esta energía puede ser utilizada para crear nuevos agujeros negro y generar nuevas energías. Obviamente, la creación y el aprovechamiento de agujeros negros no es una empresa fácil, pero es físicamente posible, por lo que merece la pena seguir con las investigaciones, ya que permite un destino completamente diferente y mucho más amplio para la raza humana. No debemos subestimar el ingenio de los ingenieros del futuro.
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